IEDGE- Libertad emocional


Hace algunos días en una sesión de Coaching Directivo le pregunté a un Empresario qué frase le gustaría utilizar para su epitafio, sin dudarlo me contesto “Vivió libre… murió Feliz”

Libertad… que concepto tan complejo y sobre todo qué difícil es entender la vida con libertad. La palabra libertad proviene del latín libertas, -ātis, traducido de forma literal significa «volver a la madre». Los seres humanos tenemos la facultad de obrar y de no obrar de una manera o de otra, por lo que somos responsables de nuestras decisiones y de la trayectoria de nuestra vida. Solo cada uno en esencia, puede vivir en libertad, no es una concesión de otra persona para ti ni tú das esa concesión a nadie.

A lo largo de la historia las personas hemos dado innumerables muestras de coacción de la libertad por satisfacer la necesidad de poder. Valoramos tanto a nuestra pareja, hijos, familia, amigos, socios, colaboradores que sin quererlo somos capaces de ahogarlos.

Te invito a leer el siguiente cuento de la India que nos clarifica esta idea:ag

Una pareja llegó cogida de la mano a la casa del brujo del poblado. Él era uno de los jóvenes más valientes y atrevidos de la región y ella era una de las chicas más bellas y simpáticas del clan. Cuando el brujo les vio les preguntó qué querían y la pareja le dijo que se querían mucho, que querían casarse, pero que como se amaban tanto temían que alguna cosa les separara. Lo que pedían al brujo era algún conjuro, algún hechizo que les garantizara poder estar juntos hasta que la muerte les llevara a la casa del Creador. Frente a aquella declaración de amor de los dos jóvenes, el brujo les dijo que sí, que algo se podía hacer, pero que era muy difícil y sacrificado y extremadamente peligroso.

 A ellos les daba igual, se querían tanto que estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta. El hombre sabio ordenó a la chica subirse a la montaña más alta y que allí, sólo con la ayuda de sus manos y una red, tenía que atrapar el halcón más espléndido y  vigoroso que encontrara. Una vez atrapado tenía que llevárselo al brujo tres días después del comienzo de la luna nueva. La chica aceptó. Y al chico le encargó la misión de subir a uno de los picos más nevados que había en el norte y le pidió que le trajera el ejemplar de águila más hermoso y esbelto que encontrara. Para conseguir esta meta solo tendría sus manos y una red, las mismas condiciones que la chica.

 Llegó el día señalado para llevarle al brujo las dos aves que había pedido que atraparan sin herirlas. Tanto la chica como el chico esperaban con su ejemplar en las manos que la sabiduría de aquel hombre les procurara el conjuro para que su amor perdurase. El brujo comprobó el estado del águila y después el del halcón y les felicitó porque eran bellos. Se les veía espléndidos y sanos, igual que la pareja. El sabio les preguntó si volaban muy alto y si les había constado mucho atraparlos. Tanto el chico como la chica reconocieron que si pero que por amor se hacía lo que hiciera falta. Estaban impacientes y excitados por saber que tenían que hacer y el chico preguntó al brujo si tenían que sacrificarlos y beber su sangre o cocinarlos y comérselos. El viejo sonrió y les dijo que no hacía falta. En cambio, les ordenó que cogieran las aves y las ataran entre sí por las patas con una cinta de cuero y que las dejaran volar. La pareja obedeció al brujo y cuando las soltaron, vieron que no podían volar. Sólo podían arrastrarse por el suelo, dar saltitos y tambalearse de aquí para allá sin rumbo fijo, y cuando una, el águila, se levantaba, la otra, el halcón, se caía. Al cabo de un momento, frente a la imposibilidad de hacer algo positivo, se empezaron a pelear a picotazos.

La pareja observaba atónita la reacción de las dos aves. Para evitar que se agrediesen hasta lastimarse, el brujo cortó la cinta de cuero para que pudieran volar. Mientras las aves se difuminaban en el horizonte, el hombre sabio les dijo que esto era el conjuro que buscaban. Les dijo que ellos eran el águila y el halcón, que si se ataban, aunque fuera por amor, vivirían arrastrándose y tarde o temprano acabarían peleados.

Antes de bendecir a la pareja y dejarlos partir les despidió con una recomendación:

Si queréis que vuestro amor dure para siempre, volad juntos pero no atados”

Cuando nadie depende de nadie, las parejas, familia, socios, colaboradores, amigos, permanecen juntos, sin tanto esfuerzo, porque así realmente lo deciden. 

Ser independiente implica no posesión, autonomía y sobre todo libertad. Atreverse a soltar allanará nuestro paso por el camino de la vida, y ese camino es cada vez mejor si vivimos nuestras relaciones con libertad.

¡Espero sus comentarios!

 Silvia Ahumada (@silvia_ahumada)

Profesora de Dirección de Personas

Nota: Para aprender de una forma práctica y rápida sobre éstos conceptos, le invitamos a que consulte la Especialidad Europea en Dirección de Personas.

* Los contenidos publicados en este post son responsabilidad exclusiva del Autor.

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Notas del Autor


Comentarios


  1. José
    comento el día 04 de febrero a las 4:07 am (#)


    Una estrofa de la canción «Coplera del prisionero»»= de Horacio Guaraní dice:

    «Estamos prisioneros carcelero,
    estamos prisioneros carcelero
    yo de tus torpes barrotes
    tu del miedo.

    Pretender controlar es aprisionarnos en el temor….
    Felicidades por el artículo
    Saludos José


  2. Silvia Ahumada
    comento el día 04 de febrero a las 8:37 am (#)


    Muchas Gracias, siempre es bueno reflexionar sobre éstos temas trascendentes
    Saludos
    Silvia


  3. Hipsila Luyando
    comento el día 04 de febrero a las 11:41 pm (#)


    Qué interesante artículo. Tenemos tántas ataduras por la cultura que tenemos de posesión.Pero nunca es tarde para reflexionar y lograr ser y dejar ser. H.L,L,


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