La ejemplaridad es el único medio para alcanzar la autoridad pues facilita tener confianza en las intenciones de quienes mandan. La confianza es condición necesaria pero no suficiente. Para ganarse la autoridad moral se precisa también la confianza en las capacidades estratégicas y ejecutivas, como manifestaciones de la competencia profesional. El uso correcto del poder genera autoridad y por el contrario el uso incorrecto la reduce. Los usos injustos del poder (no usarlo cuando debe usarse) o los usos inútiles del poder (como establecer excesivas restricciones a la actuación de los colaboradores) implica unos sacrificios importantes en la imagen de la organización y el propio crecimiento. Como una afirmación que escuche de un alto directivo “los alcornoques no crecen bien dentro de la sombra de los grandes robles”. El exceso de protagonismo de los altos directivos puede eclipsar el talento y la imagen de la organización.
La tarea directiva consiste pues en desarrollar al máximo el talento a través de las decisiones. Es decir, diseñar estrategias que produzcan valor económico, desarrollar las competencias de los colaboradores y generar mayor confianza en la organización.
Como resultado se concibe al liderazgo con ejemplaridad como una dimensión directiva que permite desarrollar la motivación en los colaboradores en todas sus dimensiones. El verdadero líder es capaz de hacer crecer la unidad de la organización a través del desarrollo de los colaboradores y de su adecuada motivación hacia el logro de los objetivos de la organización.
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Para lograrlo se requieren determinar una serie de condiciones que requieren una gran riqueza de interacciones formales e informales. Juan Antonio Pérez López define a la motivación intrínseca como el conjunto de necesidades que se impulsan desde el interior de la persona y que tienen que ver con aspectos de logro, trayectoria personal, auto realización, superación, motivos, impulsos, confianza y fuerza motivacional. Motivación Extrínseca como el conjunto de necesidades que se resuelven desde la parte externa o el entorno del individuo: el sueldo en dinero o en especie, cosas materiales, el puesto, la empresa, los amigos, el jefe, la familia, el carro, la casa, las vacaciones etc. Y al final la Motivación Trascendental que son los impulsores a la satisfacción de las necesidades de otras personas. Las personas que tienen resueltas sus necesidades intrínsecas y extrínsecas tienen la capacidad de impulsar a otros a que las resuelvan: intereses, estado de ánimo, atracciones, emociones, lo que conmueve, el manejo de las emociones, la espiritualidad, la religiosidad, etc.
Un verdadero líder no debe ser obstáculo para que los colaboradores actúen por motivos trascendentes. El liderazgo con ejemplaridad requiere enseñar a los colaboradores acerca del valor real de cada acción y el impacto de las consecuencias de sus acciones en otros. El líder por tanto debe ser Ejemplar, moverse por motivos trascendentes para influir en las personas de manera que actúen del mismo modo. Las competencias necesarias para desarrollar esta dimensión se adquieren con formación, experiencia de vida y esfuerzo personal. En definitiva la misión de los directivos es tomar decisiones en las que se ponderen adecuadamente las consecuencias económicas, éticas y sociales. Y dando como respuesta a la muy trillada pregunta, yo contesto “El líder no nace, se hace”.
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Silvia Ahumada (@silvia_ahumada)
Profesora de Dirección de Personas
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Fuentes:
Notas del Autor
Pérez López Juan Antonio